El
Tendón de Aquiles es el tendón más largo del
cuerpo, que conecta los dos principales
músculos de la pantorrilla (el gastrocnemio y el sóleo)
a la parte posterior del calcáneo.
Bajo el exceso de estrés, el
tendón se tensa y se ve obligado a
trabajar muy duro. Esto hace que se inflame y, con el tiempo, puede
producir una cubierta de tejido cicatrizal,
que es menos flexible que el tendón.
Si la inflamación en el tendón de Aquiles se mantiene mucho
tiempo, puede provocar desgarros en el tendón o acabar
rompiéndose.
Se caracteriza por un dolor sordo o agudo en cualquier lugar a lo largo de la parte posterior del tendón, pero por lo general cerca del talón.
Otros
signos son la flexibilidad
limitada del tobillo, enrojecimiento
o calor sobre la zona dolorida,
engrosamiento del tendón y/o un nódulo (una acumulación de bultos
de tejido cicatricial) que se puede notar
en el tendón.
El
dolor se puede mejorar
ligeramente con la actividad inicial,
pero se vuelve peor con más actividad. Se
agrava por el ejercicio, y con el tiempo
se requiere menos ejercicio para presentar el dolor.
¿Por qué se produce la tendinitis de Aquiles?
Músculos
tensos en la pantorrilla o fatigados, que transfieren mucho la carga al correr sobre el tendón de Aquiles, sobretodo cuando no se ha seguido un programa de
estiramientos adecuados de las pantorrillas.
Aumentar el kilometraje demasiado rápido o simplemente sobreentrenamiento.
Realizar ejercicios de velocidad excesiva y
correr en pendientes también pueden ser causa.
Zapatos
desgastados o inadecuados, sobretodo cuando son muy
rígidos, que obligan al tendón a un exceso de esfuerzo y
torsión.
Los
corredores que presentan una hiperpronación (los
pies giran demasiado hacia adentro
en el impacto del talón) son más
susceptibles a la tendinitis de
Aquiles.
Prevención y tratamiento
Prevención y tratamiento
Lo
más importante cuando se comienza a experimentar dolor
de Aquiles, es dejar de correr. Tomar antiinflamatorios, y hielo en la zona
durante 15 a
20 minutos varias veces al día
hasta que la inflamación disminuya. El auto-masaje también puede ayudar.
Casos leves ceden en pocas semanas con estos autocuidados, pero nunca está de más una valoración completa para identificar las causas que han podido llevar a la tendinitis para evitar posibles recidivas.
Casos leves ceden en pocas semanas con estos autocuidados, pero nunca está de más una valoración completa para identificar las causas que han podido llevar a la tendinitis para evitar posibles recidivas.
Si la lesión no responde al autotratamiento en dos semanas, inevitablemente tiene que consultar con un especialista.
La
mayoría de los casos son tratados
con éxito sin cirugía aunque esto consume mucho tiempo y a veces es frustrante para pacientes activos.
El tratamiento es menos probable que tenga éxito si los síntomas
han estado presentes más de seis meses.
El
tratamiento conservador incluye medicamentos no esteroides antiinflamatorios, reposo, inmovilización, limitación de la actividad, hielo, baños de
contraste, estiramiento y levantar los talones. En ocasiones será necesario también el
uso de plantillas para regular el apoyo del pie al caminar y correr.
Vendajes no
compresivos o Kinesiotaping pueden
ayudar en todas las fases de recuperación e inicio de la actividad.
Terapia
de ondas de choque extracorpóreas y las inyecciones de plasma rico en plaquetas
tienen informes variables de éxito.
Para
evitar la recurrencia de la
tendinitis de Aquiles, fortalecer
y estirar los músculos de las pantorrillas
y los pies.
Ver también: Plantillas con "técnica de adaptación en directo"
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