Noticias Clínica Podológica Raúl Llorca


Cómo evitar el dolor ocasionado por los pies planos

11 de mayo de 2018



Los adultos con pie plano son más propensos que los que tienen un arco pronunciado a sufrir dolor crónico de rodilla por el impacto que genera cada pisada, según el Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) el 25% de la población sufre esta patología que desvía el eje del antepié y del talón, altera la relación de los huesos del pie y debilita la estructura mecánica de toda la extremidad inferior.


El pie plano puede llevar a causar dolores, incluso crónicos, en el aparato locomotor, problemas para estar mucho tiempo de pie o impotencia funcional del pie.

Para evitar el dolor se recomienda: 

  • Usar plantillas personalizadas como alternativa de tratamiento, ya que permitirá compensar la pisada y normalizar la marcha. 
  • Utilizar un calzado adecuado. 
  • Evitar la obesidad. 
  • Realizar ejercicios específicos dirigidos por un profesional. 
  • Hacer controles periódicos del tratamiento con plantillas para valorar el grado de corrección o compensación que produce, y modificarlo si fuera necesario, porque “un pie plano bien compensado con plantillas y con buenas capacidades musculares, es un pie asintomático”.  
  • Acudir al especialista pues la detección precoz de la causa que ha creado ese pie plano y la elección del tratamiento más adecuado para cada caso son fundamentales para evitar algunas de las consecuencias de esta patología. 




Tipos de pie plano:

En general, afecta más a las mujeres, en una proporción de 75% frente a 25% de hombres, y existen 3 tipos de pie plano que producen distintas consecuencias entre quienes la sufren:

1. Flexible: puede presentarse sin que existan alteraciones de importancia y no provoca molestias.

2. Rígido: se debe a deformaciones congénitas o adquiridas que requieren ser evaluadas cuidadosamente y en un estadio temprano para evitar una alteración gradual de la marcha. Suele ser muy doloroso y puede ir acompañado de la retracción del tendón de Aquiles.

3. Adquirido: se desarrolla con la edad y generalmente se corresponde con un mal funcionamiento del tendón del músculo tibial posterior, que puede acabar dañándose e, incluso, rompiéndose.