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Los adultos con pie plano son más propensos que los que tienen un arco pronunciado a sufrir dolor crónico de rodilla por el impacto que genera cada pisada, según el Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) el 25% de la población sufre esta patología que desvía el eje del antepié y del talón, altera la relación de los huesos del pie y debilita la estructura mecánica de toda la extremidad inferior.
El pie plano puede llevar a causar dolores, incluso crónicos, en el aparato locomotor, problemas para estar mucho tiempo de pie o impotencia funcional del pie.
Para evitar el dolor se recomienda:
- Usar plantillas personalizadas como alternativa de tratamiento, ya que permitirá compensar la pisada y normalizar la marcha.
- Utilizar un calzado adecuado.
- Evitar la obesidad.
- Realizar ejercicios específicos dirigidos por un profesional.
- Hacer controles periódicos del tratamiento con plantillas para valorar el grado de corrección o compensación que produce, y modificarlo si fuera necesario, porque “un pie plano bien compensado con plantillas y con buenas capacidades musculares, es un pie asintomático”.
- Acudir al especialista pues la detección precoz de la causa que ha creado ese pie plano y la elección del tratamiento más adecuado para cada caso son fundamentales para evitar algunas de las consecuencias de esta patología.
Tipos de pie plano:
En general, afecta más a las mujeres, en una proporción de 75% frente a 25% de hombres, y existen 3 tipos de pie plano que producen distintas consecuencias entre quienes la sufren:
1. Flexible: puede presentarse sin que existan alteraciones de importancia y no provoca molestias.
2. Rígido: se debe a deformaciones congénitas o adquiridas que requieren ser evaluadas cuidadosamente y en un estadio temprano para evitar una alteración gradual de la marcha. Suele ser muy doloroso y puede ir acompañado de la retracción del tendón de Aquiles.
3. Adquirido: se desarrolla con la edad y generalmente se corresponde con un mal funcionamiento del tendón del músculo tibial posterior, que puede acabar dañándose e, incluso, rompiéndose.