Desafortunadamente, no hay una respuesta general para esta pregunta, ya que hay muchos factores que pueden influir en el ciclo de vida de una zapatilla deportiva: los materiales utilizados, la confección del calzado, los sistemas que incorpora, la superficie y el clima en el que se realiza el deporte, el peso de la persona, el tipo de pisada, etc. Dicho esto, según algunos estudios de laboratorio realizados por los fabricantes, la mayoría del calzado para correr tendrá una vida media de entre 800 y 1000 km o entre 6 y 12 meses, a partir de los cuales los materiales que configuran la mediasuela y los sistemas de amortiguación o estabilización se ven gravemente afectados. Por otro lado, el calzado minimalista, al tener menos material (sobretodo en la mediasuela) suele ser menos duradero, por lo general tendrá una vida de 300 a 500 km.
¿Y quién cuenta los kilómetros que corre? Pues normalmente
los profesionales o semiprofesionales del running lo saben por el
exhaustivo entrenamiento que llevan a cabo, calculando semanalmente cual
es la carga de trabajo que van acumulando.
Si eres un corredor aficionado, una buena solución para controlar los
km que vas corriendo cada día, es tener una hoja de cálculo para ir
sumando los km acumulados. Además, hoy en día encontramos múltiples
aplicaciones para smartphone con las que fácilmente poder hacer el
seguimiento. De esta manera tendrás siempre un control sobre el
kilometraje que lleva recorrido tu calzado deportivo.
Como hemos dicho, los km anteriormente mencionados pueden tener mucha variabilidad en cada persona, así que, ¿cómo saber realmente si tus zapatillas deportivas necesitan ser reemplazadas?
Debemos buscar los signos evidentes de desgaste, y escuchar a nuestro
cuerpo.Comienza teniendo en cuenta la suela exterior, la parte de goma
del zapato que se pone en contacto con el suelo. Con el tiempo, la
huella de la suela empieza a desgastarse igual como sucede con los
neumáticos de un coche que con el tiempo se vuelven lisos, y se empieza a
perder agarre en el suelo. Este es el signo más evidente de desgaste.
Pero la suela es sólo una parte de la historia.
Lo que es más difícil de ver es lo que sucede en el interior del
zapato cuando se corre, en la entresuela, que es donde se realiza la
amortiguación, el apoyo y la propulsión. Ten en cuenta que cada vez que
el pie entra en contacto con el suelo, se comprime esa zona media de la
suela. Responde absorbiendo el impacto y devuelve la energía a medida
que comienza el siguiente paso. Este proceso se repite miles de veces
durante una carrera.
Como podemos imaginar, la suela se fatiga a lo largo de un par de
kilómetros y necesita tiempo para recuperarse totalmente y volver a su
estado original. Sin embargo, después de cientos de kilómetros, la media
suela se descompone al punto de no retorno. A simple vista no podemos
ver esto, pero muchas veces se puede sentir una sensación de
aplanamiento o “falta de vida”.
El calzado deportivo no tiene la misma amortiguación y rebote que
presentaba en un inicio, además los sistemas de estabilización de
prono-supinación empiezan a verse afectados. Pequeños dolores pueden
comenzar a presentarse. Aunque no estamos lesionados, el cuerpo nos está
hablando. Nos está diciendo que ya es hora de cambiar el calzado.
Otros aspectos que debemos de tener en cuenta son los desgastes
anómalos en el calzado que suelen ser debidos a desviaciones o anomalías
en la pisada. Como desgaste acusado en un punto de la zona de talón o
desviación de los contrafuertes posteriores del calzado que recogen al
talón. También vigilaremos el estado del recubrimiento interior del
calzado y del material de corte.
¿Aún no estás seguro de si debes cambiar tu calzado? Visita tu tienda
de deporte, prueba un nuevo par y compáralo con el que has estado
corriendo. Seguro que la diferencia será evidente.
En resumen:
1º- Control de Kilometraje:
Calzado Correr 800-1000 Km/6-12 meses;
Calzado minimalista/ Barefoot 300-500 Km.
2º- Observar la suela: Desgaste, disminución de la altura original, desviaciones…
3º- Observar el material de corte: Desgaste, rotura…
4º- Sensación de falta de amortiguación: Sin desgaste externo aparente puede haber descomposición de la entresuela.
5º- Pequeñas molestias: Acude a tu podólogo con la zapatilla deportiva que utilizas. Hay que descartar el “factor calzado”.
Cuando preveas que el calzado deportivo está llegando al final de su
vida, es una buena idea empezar a alternar con un nuevo par para
eliminar gradualmente el modelo desgastado. Tu cuerpo te lo agradecerá.
Autor: Raúl Llorca Llorca (Podólogo deportivo) Para: Corredordefondo